Perú no es un país muy reconocido por
su música extrema. Dejando de lado a Mortem y Ch'aska, es muy
reducida la cantidad de nombres interesantes de la escena. Por eso,
encontrarse con bandas con Dehumanizer es una grata sorpresa, ya que
muestra señales de vida para el Metal Extremo peruano y también de
renovación, denotando que se puede hacer material original con un
sonido y producción acordes a los tiempos que corren. Sin más preámbulos, comencemos.
Dehumanizer practica un Death Metal Melódico/Progresivo que muestra
mucha personalidad y madurez, algo que no debería ser tan extraño
al saber que llevan 2 años trabajando en éste disco. Entonces, nos
encontramos con un abanico tanto rítmico como melódico donde queda
claro que no tienen que pedirle nada a nadie. No encontrarán riffs o
ideas recurrentes entre temas que les recuerden específicamente a
alguna banda, ya que creativamente han demostrado variedad en todos
los tracks, sonando frescos en cada uno de los 10 temas del disco. De
esta forma nos embarcamos en una montaña rusa de brutalidad y
melodía, siendo justamente esa una de sus principales fortalezas:
poder pasar de Death Metal duro y preciso a un estribillo cargado de
melodía y sutileza, y luego rematar con secciónes en compases
irregulares; todo esto logrado con facilidad y sobre todo, fluidez.
El mejor ejemplo para poder explicar
esto es el último tema homónimo: Comienza bastante intrincado y sin
embargo muy agradable al oido, para luego atacar con furia y comenzar
un juego de guitarras que se extiende hasta el segundo minuto, donde
vuelve la complejidad rítmica, sin por ello perder el gancho (cosa
que a lo largo del disco se vuelve un sello característico).
Encontramos armonías muy agradables, tanto en las secciones calmas
como en las partes más intensas de la canción. Así se desarrolla
el tema hasta aproximadamente el minuto 4, donde un corte acústico
da inicio a 3 minutos muy agradables y melódicos que se encargan de
darle cierre al álbum.
Justamente en ese ida y vuelta
constante es donde ganan la partida: el constante combio y la
cohesión de los elementos logran mantener al escucha atento pero
entretenido al mismo tiempo, ya que se genera el disfrute por el
tratamiento melódico y a la vez tensión al saber que en cualquier
momento pueden cambiar de motivo o variar la idea que se está
utilizando; generando una dinámica intensa y muy entretenida.
El desempeño individual tiene sus pros
y sus contras. Por un lado, nos encontramos con una dupla de
guitarras (a cargo de César Gutierrez y Daniel R. Ibárcena) que es
una caja de sorpresas, siendo los principales generadores de ese
dinamismo antes mencionado. De riffs rápidos y técnicos pueden
pasar a ideas más agradables sin perder el hilo del tema, dándole
aire fresco a todas las composiciones. Entonces nos encontramos con
riffs que nos recuerdan a Death, Opeth, At The Gates, Atheist o
Cynic, pero con un sello propio. Claramente se puede notar que el
abanico de influencias es amplio, tomando un poco de todo para
construir un sonido propio.
En la contraparte, el bajo a cargo de
Alejandro Hernández quedó muy relegado. Apenas se destaca en el
comienzo del instrumental “Invisible Walls”, lo que me lleva a
pensar en el potencial que tiene el instrumento para la banda,
pudiendo ser una pieza clave en la creación de melodía y textura, y
no solo la típica base del tema. Alejandro también se encarga de
las voces, realizando una buena labor con sus guturales en un rango
medio que le permite sonar grave o desgarrar la voz sin muchas
complicaciones, en un trabajo correcto.
En el aspecto percutivo, Daniel I. Ibárcena (hermano del guitarrista) demuestra mucho dominio y variedad, logrando estar a la altura de las composiciones. Daniel da lo que necesita el tema en cada momento, ya sea cuando hay que ponerse intensos o cuando las bases se complican, donde sus habilidades con el instrumento se realzan, ya que logra crear ritmos idóneos y que además no suenan trillados de bateristas del mismo estilo.
En el aspecto percutivo, Daniel I. Ibárcena (hermano del guitarrista) demuestra mucho dominio y variedad, logrando estar a la altura de las composiciones. Daniel da lo que necesita el tema en cada momento, ya sea cuando hay que ponerse intensos o cuando las bases se complican, donde sus habilidades con el instrumento se realzan, ya que logra crear ritmos idóneos y que además no suenan trillados de bateristas del mismo estilo.
En cuanto a la mezcla y producción del
disco, nos encontramos con un buen trabajo, un sonido moderno y
limpio donde se pueden apreciar los detalles, siendo las guitarras lo
más trabajado en cuanto a la independencia de cada una en pos de las
armonías entre sí. La voz suena potente y clara, algo típico en el
Death Progresivo, y la batería tiene mucha presencia, siendo posible
distinguir cada platillo y los fills que toca sin mucho problema. El
bajo quedó relegado en la mezcla, ya que a pesar de que es posible
distinguirlo, suena muy apagado en comparación a los otros
instrumentos.
En conclusión, nos encontramos ante un
disco sólido, que si bien no es (ni pretende ser) algo
revolucionario, es muy entretenido y se deja escuchar sin grandes
complicaciones. “The Incomplete Man” es aire fresco para la
escena de Metal Extremo Latinoamericano, y un gran paso para esta
banda que empieza a forjar su camino en la música extrema,
cumpliendo las expectativas con creces.
Calificación: 82/100
Calificación: 82/100